Aparentemente podría verse por parte de la mascota como una usurpación de su puesto. Hasta el nacimiento del nuevo integrante de la familia, era el mimado de la casa y recibía todos los cuidados, pero ahora pasará a ocupar un plano secundario. Por todo ello, es misión de los dueños enseñarles e ir preparándolos para lo que se viene, ya que solo así se conseguirá que la convivencia entre perros y bebes sea óptima.

Los vínculos que existen entre los perros y los bebés son mayores de lo que pensamos, pues se crean lazos afectivos muy grandes que forman parte de la propia naturaleza humana. A diferencia de lo que muchos pueden llegar a pensar, el hecho de tener animales en casa, y en concreto perros, podría beneficiar el desarrollo de nuestros hijos. No obstante, habrá que educarles en el conocimiento y el respeto hacia los animales desde la primera interacción que surja entre ellos.

Los padres tienden a sobreproteger ahora al perro para evitar que pueda contraer una enfermedad que a su vez pueda llegar a transmitir al bebé. Suelen buscar que los espacios sean idóneos y armónicos, estableciéndose una convivencia entre las dos partes. Dicen que el perro es el mejor amigo del hombre, y también de los bebés.

Bases del vínculo humano-animal

Para poder ejercer un correcto cuidado sobre nuestra mascota, es igual de importante tener conocimientos sobre la antrozoología, que se define como el estudio científico que analiza las relaciones entre las personas y los animales desde la perspectiva del análisis del comportamiento humano.

La teoría de la Biofilia es aquella que demuestra que el ser humano posee una tendencia innata a sentirse identificado con la naturaleza, debido a la evolución de nuestra especie en los espacios naturales. De tal modo que queda demostrado que la presencia de los animales de compañía posee un efecto altamente beneficioso durante las diferentes etapas de la educación de los más pequeños en aspectos como la empatía, el amor por la naturaleza, el lenguaje o la moral.

La preparación del perro

La experiencia demuestra que los niños tienden a buscar el contacto con los animales antes que con el resto de personas, ya que lo ven como más inocente y transparente, como un igual. No obstante, si queremos evitar que nuestro perro pueda generar cierto estrés ante la venida del bebé a casa, será conveniente prepararlos para este cambio tan importante en la vida de todos.

Identificación del nuevo ser

El perro no identifica al bebé como un ser humano, ya que no se parece a la figura adulta que les sirve de referencia. Nuestra mascota debe aprender a adaptarse a las nuevas costumbres de la casa, pues el bebé requerirá de muchas atenciones por parte de sus dueños. La paz del hogar del perro se acabará ante los cambios de horarios, los llantos constantes y los paseos a horas intempestivas por la casa.

No será hasta los 2-4 años cuando los perros empiecen a identificar a los bebés como personitas, de tal modo que será fundamental educarlos en el amor, la empatía y el respeto hacia los animales y la naturaleza. Pero también será esencial tranquilizar a nuestro perro y mostrarle como natural los cambios que va experimentando el bebé.

Asociación con buenos momentos

Habrá que educar al perro, sobre todos si son padres primerizos, en la idea de que la presencia del bebé va asociada a momentos de paz, tranquilidad y armonía, y por ende, a situaciones beneficiosas para él. El perro aprenderá a quedar en un plano secundario, a base de repeticiones de conductas, cuando el niño necesite nuestros cuidados. La mascota aprenderá sola que cuando el bebé está despierto y activo también se le tiene en cuenta con caricias, juegos y paseos, de tal modo que lo asociará siempre como algo positivo.

Adaptarlo al nuevo entorno

El raciocinio animal no es como el humano. Habrá que prepararlo para que no se asuste ante los gritos y llantos inesperados del bebé. Sería interesante lanzarle un trozo de comida sabrosa en el momento en el que escuche un llanto, de tal modo que aprenderá a no perder los nervios y a asociar los momentos de lloro con cosas buenas.

Prepararlo ante las manipulaciones

Será común que el bebé empezase a mover brazos y piernas, y que aprendiese a ‘hacer la pinza’ con los dedos, tendiendo a enganchar los pelillos de nuestra canino. Aún, cuando son recién nacidos, les cuesta comprender su lenguaje y saber comunicarse con ellos.

Es necesario preparar a nuestro animal ante situaciones que no son normales como que el bebé le pudiese tirar del rabo, del pelo o de las orejas, evitando posibles riesgos antes de que nuestro retoño aprendiese a gatear. El objetivo es acostumbrar al perro a recibir manipulaciones de forma progresiva. Si vemos que tolera la manipulación, entonces podremos aumentar la intensidad de ésta. Será muy importante premiar al perro para que vea que la relación con su amigo bebé es natural y positiva.

Enseñarle cuándo debe alejarse

Habrá que educar a nuestro perro en la idea de separarse del bebé cuando necesitemos espacio para éste al aprender a gatear. Lo ideal sería escoger una palabra concreta (por ejemplo diciendo alto y claro ‘fuera’), y enseguida lañándole un premio. También podría ir acompañado de un gesto como extender el brazo. De este modo, llegado el momento, el perro desarrollará el comportamiento adecuado.

Educarlo en la higiene y el orden

Habrá que enseñarle a nuestro perro a mantener ordenadas sus cosas y a ser riguroso con la higiene. Solo así se lograrán evitar posible enfermedades cuando nazca el bebé.

Estos son solo algunos ejemplos y recomendaciones que demuestran que, si existe una preparación previa por parte de los padres, la convivencia entre perros y bebé puede ser positiva e incluso permitir el aprendizaje mutuo entre ambos. ¡Se harán grandes amigos!